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Recientemente y de forma inesperada y fulminante, se nos ha ido Preciada Azancot, nuestra queridísima amiga y maestra, ser humano de excepción que ha iluminado e iluminará el alma y el espíritu de todos los que la conocimos, personalmente o a través de sus obras.

Descubridora e investigadora infatigable y preclara, pintora excepcional y escritora de obras esenciales para entender mejor al ser humano, su mejor obra de arte fue su propia vida; una sefardí universal, una persona sabia y muy entrañable, una mujer inolvidable.

Allá donde se encuentre, seguro que está gozosa y en paz, fluyente y radiante, fresca e inocente; como siempre ha sido y siempre será.

¡Gracias siempre y por todo, amada Preciada!

Antonio Gálvez

 

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